-La regla de cálculo- Carta de Filósofo Lioso.

Querido Carmona. Espero que a la recepción de esta carta te encuentres bien, yo sigo estando bien. El preparar la nueva carta siempre se presenta bajo el paraguas de la incógnita: ¿qué saldrá? Aunque, como te he dicho otras veces, siempre ando buscando el momento de mandarte algunas letras que sigan fomentando nuestra amistad.

Hablando, recientemente, con un gran y buen amigo me planteaba, a la luz de las tablas trigonométricas, el uso de la regla de cálculos. Esta ,también , me parece una aventura apasionante. ¡Qué satisfacción poseer una de aquellas cosas que solo deslizando una pequeña regla era capaz de aplanarte el camino de algún que otro complicado cálculo!

Máquina de calcular FACIT

Estaba yo empezando a sumergirme en al apasionante mundo dede los procesos industriales cuando me recomendaron que utilizara una herramienta, aún no muy conocida en nuestro ambiente de fabricación , era el hoy tan conocido, importante e imprescindible: Control Estadístico de Proceso CEP (generalmente conocido por SPC de sus siglas en inglés). Como su nombre sugiere, el conocimiento sobre los procesos se adquiere por la aplicación de la estadística. La verdad es que aquello que, a primer golpe de vista, parecía algo engorroso se fue desvelando como algo muy interesante para mí y mis análisis, en cada aplicación se me abrían nuevas ideas sobre el proceso que estudiaba, sus parámetros y su evolución.

No es este el momento adecuado para llenarte la cabeza de las ideas y conceptos del CEP o SPC; lo importante aquí es que para su aplicación se requiere la toma de muestras, generalmente de 50 a 100 medidas de la característica a estudiar. Después de la toma de datos, éstas debían ser tratadas conforme al método estadístico. Para facilitarme la vida utilizaba yo una máquina similar a la de la foto, todo un lujo chino, bueno más bien creo que sueco por su origen, digo facilitarme la vida aunque yo a aquella máquina solo podía sacarle sumas y restas. De todos modos ya era un apoyo, dado el elevado número de sumas y restas a realizar. Para llevar a cabo estas operaciones había que, una vez introducidas las cifras a tratar con el teclado, darle vueltas a las pequeñas manivelas que se ven en el lado derecho de las fotos. Todo un avance si no hubiera sido que al girar las manivelas estas hacían girar, a su vez, el pequeño mecanismo que, en el interior de la máquina, iba darme, de inmediato, el resultado. Lo único singular e incómodo del artilugio era que el giro de todo el sistema producía un curioso ruido metálico, quizás procedente del roce de los pequeños mecanismos del interior, que molestaba, a mí como operador y a todos los que estaban a mi alrededor. Al parar de girar las manivelas, una vez presentado el valor deseado, el ruido se apagaba, hasta la próxima operación. Concluyo que aquella máquina producía dos resultados, al finalizar su uso, los valores de las sumas y restas y la reclamación de todos mis compañeros por el persistente y molesto ruido metálico.

Pero aquello no era todo, las sumas y restas estaban al comienzo de los cálculo estadísticos, una vez completados había que pasar a la realización de multiplicaciones, divisiones y raíces cuadradas; en esta etapa había que cambiar de ayuda para el cálculo, ya que el descrito lujo chino no daba para tantas preciosidades. Entonces venía en mi ayuda otra maravilla: «La regla de cálculo»; aquello era el no va más, un instrumento con forma de regla, de una longitud aproximada de 30 centímetros. Aquella pequeña cosa era capaz de sacarme del atolladero, es cierto que hacía falta un poco de práctica y buena vista, pero una vez que se le cogía el truco te ayudaba a hacer la segunda parte de los cálculos de una forma más rápida y segura.

Regla de cálculo Faber Castell

Bueno , mientras que en la parte primera mis compañeros protestaban por el ruido de la máquina de calcular, en la segunda se producía un cambio singular : la protesta giraba a una discreta envidia ya que tener aquella bonita regla Faber Castell entre mis manos era un plus que no todos tenían. La regla a la que me refiero era el modelo de mesa. Sus dimensiones eran perfectas, solo había que apretar ligeramente, en la cara inferior, con el dedo anular de la mano derecha o izquierda para que las dos mitades de la regla se separaran ligeramente, esto permitía que la regla deslizante central se moviera hasta las cifras marcadas en la regla, necesarias para los cálculos.

Durante su utilización me preocupaba el número de decimales a conseguir leer, esto te llevaba a tener que aproximar la últimas cifras de la lectura que te daba la regla. Además del modelo de mesa se podía tener una de bolsillo, lo que era, también, otro reto a tener. Había una figura, en las oficinas y talleres de la fábrica, que no se me olvida: llevar tu bata blanca, que del bolsillo superior asomara el color verde de la funda de la regla y que ésta estuviera acompañada del extremo, color acero, de un calibre pie de rey, un portaminas de la misma marca o un lápiz con la mina perfectamente afilada, era un símbolo de estatus y nivel.

Calculadora HP-35

Sobre la regla de cálculo, estimado Carmona, decirte que la utilicé un gran número de años con plena satisfacción; para cerrar los comentarios sobre la regla, quiero dejar constancia que nunca ningún posterior soporte electrónico ha dejado la huella que dejó la Faber Castell.

La razón para dejar de usar la regla fue la aparición de una pequeña calculadora científica: la Hewlett Packard (HP-35, 1972), ella se encargó de desplazar a mi querida regla de cálculo de madera. Tengo que reconocer que este pequeño instrumento cambió mi forma de ver y hacer los cálculos. La calculadora utilizaba una forma de introducir las cifras en un orden distinto al habitual, el fabricante lo denominaba RPN; esta manera de introducir los datos facilitaba mucho la obtención de los resultados, que se podían encadenar, reduciendo de forma especial el tiempo de trabajo.

Por otro lado , también, me solucionó, de golpe, mi preocupación por los decimales, la HP utilizaba decimales suficientes para tener la mejor aproximación a tu objetivo.Bueno, fuera por lo que fuera, aquella maquinita me gustó y, de alguna manera, me facilitó el salto que, pocos años después, se produjo a la computadora.

Cuídate estimado Carmona, espero que con estas letras hayas recibido también el gran cariño con el que envuelvo, para ti mi querido amigo, mis letras. Yo, por mi parte, seguiré disfrutando de cada chupadita que me toca dar al caramelito del día de hoy ocupado con tus recuerdos.

Con afecto.

Filósofo Lioso

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